Generalmente cuando esperas a alguien y más si es alguien que especialmente amas, la espera se vuelve eterna y angustiosa.
Así es que aquella tarde sin importar que tan entretenido estuviese el ambiente, el clima, la fiesta en la plaza principal, no podía menos que otra cosa que estar nervioso y desesperado por verla.
Comencé por fumar de pie recargado en la pared de palacio de gobierno observando como algunos trabajadores se balanceaban sobre una estructura enorme de metal donde se estaba colocando un escenario que días más tarde sería utilizado para la presentación de un artista de talla internacional.
Mi buen juicio me hacía pensar en que Anna cumpliría la cita, no había razón para no hacerlo, mas sin embargo mis celos de hombre me hacían imaginar un millón de cosas, la imaginaba con Billy tomados de la mano, caminando por la calle contigua de donde yo estaba, y la imagen era a tal grado que me hizo caminar para ver si podía verlos y entonces,