Miedo
de dejar de pensar en ti.
Estoy profundamente desilusionado de mí y
de ti, ¿Cómo está eso de que hoy por la mañana cuando me dijiste que te ibas,
no tuve ganas de detenerte?, o tampoco quise hacerlo. Y es que de algunos días
para acá ya no te sueño desnuda sobre mi cuerpo, ya no me hace falta tu calor,
y a veces echo de menos mi vida de antes de conocerte y quiero andar solo por
ahí, por la ciudad donde tantas veces anduve sin ti.
Hoy mientras fumo, el pensamiento no es “el
de que no quiero perderte”, más bien es el “por qué no me duele tanto si eso
pasa”, quizás el declive de esto fue el
otro día en que empacaste todas tus cosas y te paraste frente a mí con dos
maletas listas colgando una de cada mano y el abrigo color rosa puesto, y
mirándome seriamente dijiste que no querías estar más aquí, que me dabas tu
amistad, (obviamente es algo que no quiero), que no estuvo bien eso de vivir
juntos sin conocernos, y que preferías buscar otra cosa diferente.
Yo leía un viejo libro de historia que
encontré en una librería del centro, y mirándote a los ojos dije: ¿cómo piensas
en irte? ¿Sin saber que yo te amo con todas mis fuerzas? Y tus ojos se
admiraron como la primera vez que te dije que te quería, y dijiste que no se
podía amar a alguien sin pasar muchos tiempos juntos y yo pensé “que las
mujeres siempre dicen eso” pero no te lo dije.
Bueno la cosa es que no dijiste nada, solo
te fuiste con tus maletas para la habitación y en la noche luego de andar
escondiéndome por todos los cuartos de la casa para no verte, llegue a la
habitación te habías dormido esperándome, y tenías el libro aquel que te regale
hace meses, creo que por fin te animaste a leerlo.
Y los siguientes días fueron buenos, pues a
la mañana siguiente, cuando yo esperaba ataques tuyos a mi persona, estabas preparando
el desayuno, habías torcido en tu cabello una trenza y me viste con los mismos
ojos de cuando te conocí.
Yo leía el periódico supuestamente y
pensaba ¿quizás he sido un tonto? Que siempre quiere tener todo, acaparar los
reflectores, entrar en la polémica, ¿quizás si hubiese aceptado su amistad
desde un principio? ahora ella sería feliz, y yo sería feliz, todavía ayer
cuando me ofreció su mano para despedirse, lo hubiese dejado así, y ahora
estaría en no sé dónde y ella estaría con no sé quién y todo esto ya se hubiera
terminado, pero no estaría tan gris como lo está ahora.
Y no dije nada pero la vida se me va en
pensar y en pensar y ahora esto no se ha vuelto un “no quiero perderte” si no
un “no quiero dejar de quererte”
Los siguientes días fueron buenos si de
besos y caricias se quiere hablar, inclusive hicimos el amor un par de veces
donde según yo estuve bien, pero al siguiente día me asustaba encontrarte por la casa y como sé
que casi no te gusta entrar a donde escribo, ahí me la paso todos el día y
todos los días, o recorría el barrio buscando alguna historia, el mecánico me
ha dicho “ingeniero” cuando lleve a revisar tu auto, hace tiempo que nadie me
decía eso y un mar de recuerdos vino de pronto a mi mente.
En la tarde cuando llegue a la casa y veías
televisión me senté a tu lado, y quise preguntarte sobre tu trabajo, pero tu hiciste
tus muecas de desprecio hacia mí, y secamente me contestaste que “bien”,
entonces otra vez llegó la guerra fría que entre los dos tenemos y yo sentí
ganas de fumar y con un “regreso enseguida”, deje la casa para huir de ti otra vez, fumaba a fuera de la
tienda fumaba, y sentía como el humo penetraba en mis pulmones, yo le daba
jalones grandes al cigarro quería acabarme la vida en ese rato y que se acabara
fumando. Alguien conocido de ambos pero más conocida de mí que de ti, llegó
hasta mi diciendo: “otra vez esta triste” señor ya deje esa vida que tiene, ya
deje a esa mujer que no lo quiere, y no pierda la oportunidad de querer a
alguien más y de que lo quieran, y a mí eso me duele mucho, que alguien me
regrese de pronto así a la realidad, pero las últimas veces que he escuchado
eso, las he comenzado a tomar más enserio y es que un revoltijo de ideas pasan
por mi mente todos los días.
Hoy no estas, no sé si por fin te has ido de la casa, no sé si
cambiaras el móvil y no sé si te llamare otra vez, o si por fin he decidido a
perder la memoria y no necesitarte más, pero en la tarde resolviendo un montón
de cosas me atreví a llamar a los dueños de la casa, y decirles que no quiero
pagar otro mes de renta y que ellos pueden comenzar a ofrecer la casa a otras
personas, pues la idea de vivir aquí solo me hace pensar que son muchos cuartos
para mí.
He telefoneado a mi madre y ella ha dicho
que está bien, y preguntó por ti, y un “ahí anda bien” se escuchó poco
convincente, puesto que tenía tiempo que no le decía nada sobre ti, y eso es
muy raro en mí, y mi madre me conoce mejor que nadie, y sabe que hay algo raro,
y lo peor es que como ella me dijo un día “que una madre nunca se equivoca”
entonces no tengo argumentos para engañarla.
Una amiga me ha escrito que si quiero
participar en una manifestación del colectivo y he dicho que sí y extrañamente
he encontrado un montón de noticias sobre las malas decisiones del gobierno y
eso ha terminado por irritarme como antes.
Se escucha que intentas poner el auto en la
cochera, y he observado por la ventana tu rostro serio, creo que luego de mi
llamada a los dueños, no tenemos casa, luego de que este con el colectivo no sé
si sea 100 por 100 para ti otra vez y de repente me di cuenta de que escribía
algo como antes de conocerte, creo que la guerra fría entre nosotros seguirá
indefinidamente sin que ninguno de los bandos tenga ganas de terminarla, llegaste,
dejaste algunas cosas sobre la mesa (creo que era comida) y besando mi mejilla
dijiste que te irías adormir, yo no tengo sueño y he subido hasta el cuarto
donde veo que duermes y que nada te molesta, o al menos la situación que
vivimos no te molesta tanto como a mí, a veces creo que pronuncias mi nombre
entre sueños y que algo te preocupa, te he susurrado que “te amo” y una sonrisa
leve de esas que tanto me gustaban se ha dibujado en tu rostro.
En la sala, abro la ventana para poder
fumar y el pensamiento de perderte viene a mi mente y no me duele eso, entonces
comprendo que mi alma no te echa tanto de menos y como nunca en la vida siento
miedo.