lunes, 11 de septiembre de 2017

Viejo  amigo.

“Dios es la evidencia invisible”

Victor Hugo.

Estuvimos frente a frente como hace mucho tiempo no lo estabamos; Yo contando y contando y tu como siempre escuchando mis cosas que al paso de los años se han vuelto a mi gusto un montòn de cosas sin sentido.

Pero lo que contaba ese dìa era lo mas fuera de lo comùn que yo hubiese pensado contarte algùn dìa.
- Comence con un fijate que sali hoy de la clìnica (Quise saltar todo el protocolo que usabamos antes en nuestras platicas, todo eso de saber mucho para agradarte mucho, y eso de la gente, y las almas, creo que aun que hubiera querido, no hubiera logrado concentrarme tanto en aquellas cosas).
La cuestiòn es que no se como decirlo, sin que las lagrimas comiencen a salir comentè. La cuestion es que no hay muchas esperanzas en cuanto a su enfermedad, los mèdicos dicen las mismas cosas de siempre, las que uno no quiere escuchar. Que si lo intentaran de una manera, que si existen mètodos todavìa bajo investigaciones, esas cosas que uno no quiere escuchar cuando algùn ser querido esta en la cama de un hospital.

Yo no creì amar tanto a varias personas simultaneamente, es una cosa de locos pensar que el sentimiento del amor se divida de esa forma y que luches contra todo ello y que al final las cosas sigan igual, de nada sirven los desvelos, y estar piense que piense en algo que no tiene remedio, se queda como un amor dividido, asì se queda, y con todos los pedasos hago que el cariño que siento por ellos se vuelva exponencial.

Mas sin embargo como siempre la vida me ha jugado chueco y me ha confundido, mas aquel dìa cuando una enfermera vestida con uniforme celeste, (imagino que el celeste era el uniforme de las enfermeras que trabajaban en aquel lugar) la puso en mis brazos diciendo que “era igualita a su madre” ese dìa ya no supe como no quererla mas que a los otros. Yo nunca creì que llegaria a querer a otra mujer que no fuera su madre, pero aquel dìa la pequeña me enamoro mucho quietecista, durmiendo, de vez en cuando sonreìa y lo juro por TI mi amigo que la sonrisa que esbozaba en su pequeña boquita era igualita a la de su madre en el tiempo que la conoci.
Su madre allà en la cama la esperaba agotada, pero usando todas sus fuerzas levanto los brazos para resivirla y besar su cabeza cosa que molesto a la bebe por un rato.
Luego los dìas pasan y pasan y los meses, y un montòn de recuerdos que vienen a mi mente, ella crecìa y no perdìa nada en lo parecido a la madre, incluso la forma de caminar meneando los brazos de un lado a otro, desde los primeros pasos se notaba.

Que te puedo decir amo a los otros, a los mayores, son parte de mi vida, les he enseñado de todo desde cepillar sus dientes, hasta lecciones de su escuela haciendo acopio de todas mis fuerzas para recordar que la suma de los àngulos internos de un triangulo suman 180 grados por ejemplo, de cómo se estrucuturan las oraciones gramaticalmente hablando, de los procesos de polinizaciòn y aun que con la historia los confundo con mis teorìas, he tratado de portarme lo mas normal para no confundirlos a su temprana edad.

Su madre los lleva a hacer ejercicio, yo no tengo tanto tiempo para eso, aun que me gusta jugar soccer con los tres a veces los fines de semana.

Pero sin embargo ella se fue alejando del cariño de los otros dos, quizàs nunca pude superar aquellas palabras de la enfermera de que erea igualita a su madre, y eso silenciosamente crecio sin que pudiera detenerlo.

¿Sabes? Recuerdo aquel dìa que llamo a mi movil, a penas hablaba, para decirme llorando que no le gustaba que al perro lo llevaran a pasear encadenado, yo estaba muy ocupado, sin embargo tuve que darme el tiempo para decirle que era necesario pasearlo asì ya que si se le llevaba suelto ese perro loco correrìa sin parar y que por lo pronto a expensas de que aprendiera modales siempre serìa necesaria la cadena.

Y un montòn de recuerdos que no terminarìa de contarte.

Luego el cielo se puso gris una tarde en el parque, los otros dos jugaban con la madre, ese dìa ò aquellos dìas mas bien dicho, ella se habìa apegado mucho a mi, refrendando mas el cariño que ya sentìa por ella.

Ella comìa un lonche y tomaba jugo en un pequeño vaso, a mi me invadìo una tristeza que no sabìa explicar por que, hasta ahora lo entiendo, ese fue el ultimo dìa que pudimos comer juntos en aquella mesa de concreto del parque y tal vez ya nunca lo podremos hacer otra vez.
Las siguientes semanas su salud comenzò a decaer, poco a poco, sin que yo ò nadie pudiera hacer nada, ya no era tan feliz como solìa serlo. Y yo bueno pues que te puedo decir si ya sabes que con las cosas tristes soy la persona menos indicada para resistirlas.

Hospitales y doctores han ido y venido, su madre se desespera y cambia de opinión mèdica cada que los deseos de que la pequeña pueda salir adelante imagino le taladran el pecho.

Pero en todos lados encontramos las mismas respuestas la de no saber que hacer ò como ayudarnos.
Imagino que tus padres debieron sentir la misma frustaciòn cuando a punto de llegar TU a este mundo estuvieron allà pidiendo ayuda sin que nadie quisiera ayudarlos.

Hace tanto que no venìa por acà pero ahora necesite verte para contarte todo esto que esta pasando.
Tu como siempre solo me escuchas, no mencionas ni una palabra,ni algùn gesto de sorpesa por lo que te cuento se dibuja en tu cara.

Si, lo se, yo, el mas orgulloso de todos, vengo a pedirte algo  que no deberìa por que al final de cuentas ¿quién so yo para pedirte alguna cosa?

Si asì como yo debes de tener miles de personas que te visitan aquí en esta iglesia a pedirte consuelo, enfermos, madres que esperan ver a sus hijos, desilucionados de amor y un montòn de gente que imagino como yo viene a contarte sus porblemas con la esperanza de que tu mano les ayude, ¿y cuantos se van con las manos vacìas y el corazòn roto como yo lo hare al final de que esta conversaciòn termine?.

Pero me duele tanto verla asì, saber que se alejara de mi para siempre sin que yo pueda hacer nada por evitarlo.

Luego no supe que decir, me quede sentado un rato en el suelo como solìa hacerlo antes.
Un grupo de personas entro a la iglesia cantando y alabandote. Los escuche un rato sin que el pecho partido mìo diera esperanzas de sanar.

Luego me fui de ahì. Ya era de noche y las estrellas se veìan claras junto con la luna, aquel dìa no hubo ya estrellas fugaces en el cielo, parecìa como si la que hubiera sido mìa, poco a poco se fuera quedando sin brillo.


septiembre de 2017